4/16/2007

Hermanados


Nacieron con el mismo propósito pero al revés, si uno tenia qué subir el otro inevitablemente bajaría. Si uno opinaba algo el otro debía opinar lo contrario. Así eran, una constante y necesaria contradicción. La cual los llevaba incluso a pelear y golpearse, siempre estaban girando cada uno en contra del otro, como dos polaridades, qué siempre chocarían y producirían movimiento. Así crecieron juntos pero nunca siguieron el mismo camino si uno se elevaba a los confines del cielo y la galaxia el otro paralelamente profundizaba en la tierra y sus minerales. Si uno intentaba mostrarle la importancia del conocimiento y la verdad, el otro mostraba lo dogmático qué era éste y lo relativo de la otra. Cada uno era un aporte para el otro la respuesta destructiva que cuestionaba todas las certezas del otro y lo obligaba a reconstruir nuevas realidades, se despedazaban atacaban incluso a lo mas querido qué alguno pudiera tener. No dejaban cimiento parado. En su niñez como los infantiles ejércitos de infantería pretendían conquistar el territorio del otro, poder al fin, poner bajo una sola visión todos esos lugares que entrañaban una contradicción que no los dejaba tranquilos. Esa otra manera de cómo son las cosas que nunca sería comprendida y que amenazaba con la propia seguridad y parámetros de lo normal de cada uno. Claro estos intentos eran nefastos y ridículos ya que como bien sabemos cuando una fuerza oprime mucho a otra siempre hay una respuesta de la energía oprimida. Con los años notaron que de lo único qué estaban seguros es de que si bien el mismo propósito era el que los movía, eran de dos naturaleza completamente distintas opuestas y complementarias. Estaban condenados a espantar y encantar a cuanto los rodeaba, atraían y aborrecían a la otra gente. Muchos los seguían y muchos los odiaban por ser como eran. Mostraban la importancia de la duplicidad, de la diferencia.